26 de octubre de 2013

Cuando los ojos tocan

A veces las miradas se sienten en la piel. Cuando los ojos tocan no lo hacen como las manos, más bien como la boda. 

Giró la cabeza hacia mí, inclinándola levemente hacia su derecha, sin llegar a mirarme de frente. Se apartó con los dedos el fleco de su pelo dejándolo tras la oreja. En el instante en que un mechón rebelde resbaló de nuevo a la frente, este subrayó un pestañeo cadente que llegó a mí como un beso, cálido y suave. Aquello no fue un accidente. Ella se dio cuenta en seguida de mi reacción, y admitiendo su atrevimiento y premeditación, retiró la mirada hacia el suelo fingiendo rubor; invitándome a dar el siguiente paso, uno más físico, con menos metáfora pero igual poesía.


Jandro Güell.

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