4 de noviembre de 2013

Diez minutos y un beso


En la última hora de su vida el sentenciado a muerte pidió, como último deseo, la visita de una diva de rostro y nombre común en dominicales y marquesinas de bulevares, de belleza para él inigualable. Aunque la exigencia resultara extravagante se reducía a que le concediera diez minutos y un beso. Ante la sorpresa del alguacil, este preguntó –Puedo entender el beso pero,¿por qué diez minutos?- El preso le contestó serenamente y casi susurrando, como hacen las personas que pasan mas tiempo en silencio que conversando, -si en ese tiempo no soy capaz de convencerla y conseguir la segunda petición es que no soy digno de ese beso-.


Jandro Güell.

Un día cualquiera


Te conocí en una playa. No sé si era Lunes, Martes, Jueves o Domingo. Un día de esos que pasó sin importancia para los demás. Un día cualquiera.

Lucía el sol de las once de la mañana; un sol de otoño que doraba el agua de la orilla en contraste con el azul añil tras el rebalaje, el verdor de las cañas, la colina asomándose al Norte con la única nube blanca de peineta. Todo en esa playa era sintonía. Desde que conocí aquel lugar puedo decir que el paraíso tiene costa.

Yo tenía 23, a ti te calculé 19. Nunca olvidaré aquella niña despeinada, hundiendo los pies en la arena, con los ojos cerrados y la media sonrisa regalada al mundo. Parecías casi recién levantada, quizá por el camisón que te vestía, movido por la marinera brisa, ondeando como el visillo de una ventana entreabierta. La criatura más bonita que había visto en mi vida.

Olvidé tu nombre, tu sonido, tu olor. Solo recuerdo que te conocí en una playa, un día cualquiera.


Jandro Güell.

1 de noviembre de 2013

A lágrima viva

Con la pena sucede lo mismo que con la alegría. Cuando alguien llora o ríe a lágrima viva, sintiéndolo de verdad, te lo puede contagiar.

Jamdro Güell.

Una verdad

Si hay algo que detesto son las mentiras. Incluso las piadosas; de entre todas esas son las más hipócritas.


Jandro Güell.