Ya sabéis que no me siento
demasiado cómodo hablando en público, aún así creo estar obligado a agradeceros
profundamente que hayáis podido asistir a esta reunión. Cabe decir que nunca he
ostentado un gran poder de convocatoria, no obstante me felicito por haber sido
capaz de reunir caras que hace mucho que no veía y otras, más habituales, por
las que siento un enorme cariño.
Hoy es el día de mi
cumpleaños, como todos sabéis, pero no es el motivo por el que me propuse
rodearme del rosario de personas que tengo por orgullo. Mi objetivo primordial
es el de haceros conocedores de lo inminente de mi muerte. Por favor, dejad que
concluya. La enfermedad que me abate está en su último estadio y no me precio
de ser luchador cuando la batalla ya está perdida. Para muchos seré un cobarde.
No os lo reprocharé. Pero no es miedo ni falta de bravura, es aceptación.
Acepto la vida que he llevado, mis aciertos y errores; comprendo que lo que no
hice fue porque no quise o no pude, pues no siempre se cumple el dicho; recuerdo
mis años recientes y algunas anécdotas salpicadas que se gravaron caprichosas
en la memoria sin yo pretenderlo; y todo ello me parece suficiente. Se me ha
concedido un tiempo y lo he utilizado, ahora me parece hipócrita querer arañar
alguno más imaginando que sacaré mayor provecho.
Jandro Güell.