29 de febrero de 2012

Olvídate de mí

- Estoy muy bien contigo.
- Sí. Yo también. Pero es normal, llevamos poco tiempo. Si no estamos bien ahora, no sé cuando será.
- Pues, siempre.
- ¡Ya, claro! Como si eso fuera posible.
- No, ya sé que no puede ser siempre, pero es que ahora mismo no se me ocurre algo en lo que no coincidamos. Somos muy parecidos, en casi todo.
- ¡Menos mal!
- ¿Por qué?
- Por el “casi”.
- ¿Es que no te gusta nuestra relación? Yo lo veo muy positivo. No encuentro demasiadas parejas que se complementen como nosotros, de echo, ahora no recuerdo ninguna.
- No me has entendido. Claro que me gusta nuestra relación, lo he dicho antes. Pero no pienso que seamos iguales y eso me gusta. Ser complementarios implica ser distintos, que uno le aporte al otro lo que le falta. Tus diferencias conmigo es lo que me interesa de ti, lo que me hace aprender y evolucionar a tu lado. Es estimulante. Lo que consiguen nuestras semejanzas es hacerlo todo más fácil y eso también es importante porque evita la tensión, la incomodidad o la frustración.
- ¡Qué intensa te estás poniendo!
- ¡No jodas, que tú has sacado el temita!
- Es broma.
- “Olvídate de mí”.
- ¡Qué es broma!
- No, es una peli que vi el otro día.
- Ah ¿Y de qué va?
- Bueno, es un poco rara. Ya sabes, rollo independiente.
- Vale. Cinco minutos viendo un columpio vacío para pasar al plano de un tipo afeitándose con una mirada intensa frente al espejo. ¡Puf!
- Bueno. No exactamente, es una película romántica.
- ¿Hay sexo?
- ¡No!
- Vaya rollo.
- No explícito, bueno, se da a entender que hay, como en todas las parejas pero no se ve… ¡Ay, no me líes que no voy por ahí!
- Vale, vale.
- Da igual, a lo que voy es que me dejó una idea en la cabeza que me has recordado. El tema es que al final de la peli los protagonistas, que aparentemente se acaban de conocer, encuentran cintas grabadas en primera persona donde cuentan todo lo que odian del otro, lo que no soportan.
- Pues vaya mierda de final romántico. Por eso a mí me gusta la ciencia-ficción, al menos sabes desde los créditos que todo es mentira. ¿ Y cómo consiguen las cintas?
- Para eso tienes que ver la peli. En parte tiene algo de ciencia-ficción también. Pero ojalá fuese posible.
- Que nos grabemos una cinta.
- Ojalá fuese posible saber de antemano todo aquello que no nos gusta el uno del otro; saber que, incluso lo que ahora nos parece gracioso y pintoresco, el día de mañana nos resultará desesperante. Y aún así aceptar el riesgo.
- La verdad es que empiezas a desesperarme. Otra broma. Podemos hacer otra cosa. Verás. Asumo desde este momento que más tarde o más temprano llegaré a descubrir cosas en ti que no me gustarán. ¡Qué coño! Que odiaré, que habrá cosas que no te aguante, que discutiremos hasta la muerte, que te sacaré de quicio. Y aún así te seguiré queriendo.
- A lo mejor lo conseguimos.
- ¿Conseguir qué?
- Que al punto y final de nuestra historia le sigan dos puntos suspensivos.


Jandro Gëll.

7 de febrero de 2012

Mi libro favorito


- ¿Qué te pasa? Tienes una cara muy rara.
- ¿Rara cómo?
- No sé, seria.
- No me pasa nada. Bueno, pienso en el futuro.
- ¡En el futuro! (una ligera risa) ¿Se puede saber qué significa eso? ¿Qué es lo que vas a hacer de mayor, si vas a tener hijos o cuantos, si los coches volarán en 2025?
- No te rías de mi.
- Es que me lo pones a huevo, cariño.
- Pienso en cuándo me dejarás.
- No te entiendo... otra vez.
- A ver. Sé que me dejarás, algún día, pero el problema es que no se cuando.
- ¡A qué viene esa tontería! Sabes que te quiero ¿Por qué voy a dejarte?
- Claro que sé que me quieres, se nota, cada día me lo demuestras con creces. Yo no he dicho que no me quieras.
- Entonces no entiendo nada. Hazme el favor de no decir tonterías. Haznos el favor.
- No es ninguna tontería. Lo que intento explicarte es que sé que me quieres tan bien como sé que no soy la persona a quien más has querido y eso no se puede cambiar.
- Eso lo dirás tú.
- No queremos dos veces igual, ni decidimos cómo queremos o cuanto. No hay dos relaciones iguales porque todos somos distintos aunque algunos compartamos ciertas cualidades, gustos o defectos que nos agrupen de algún modo. Aunque eso no es suficiente.
- Déjalo ya, por favor. Te quiero mucho. Eres la persona más importante para mí desde hace mucho tiempo.
- Cuando quieres a alguien tanto o más que a ti mismo es algo que no cambia con el paso del tiempo. Eso es debido a que las personas, en esencia, no cambian. Y da igual el daño que te hayan producido.
- Eso es una estupidez. Está claro que quieres discutir y a mí no me apetece. Sabes que hay páginas que pasé hace mucho tiempo, es más, hay libros que ya cerré definitivamente y no me apetece releer.
- Pero y si ese libro llega a ti reeditado, con portada nueva, con un prólogo prometedor. Algo que avive tu interés.
- Pues no me he parado a pensarlo. Lo que sí sé es que no me gustan los mismos libros que leí cuando era niño. He evolucionado como lector. Estoy satisfecho con mi biblioteca actual.
- Mi problema es que estoy convencido de que no eres rencoroso, por lo menos no como yo. Eso es lo que me da miedo.
- Miedo, ¿de qué puedes tener tú miedo?
- Esa es fácil: De que me vuelvan a hacer daño.


Jandro Güell.

5 de febrero de 2012

La Lavadora

A veces todo gira.
Giran los días, giran las semanas y sobretodo las horas. Pasan una y otra vez por delante de uno. Diferentes pero aparentemente iguales, casi idénticas. Te desorientas, te pierdes. No eres capaz de concretar la fecha en la que vives.

Y en medio del remolino temporal te desenvuelves, llegas a confundirlo con la rutina sin darte cuenta que eres Tú el monótono. El incapaz de alterar ese movimiento rotatorio, que es centrífugo pero te mantiene en su centro, en su ojo.

Es más, si tu ciclo incluye vacaciones, momentos de relax, hasta los años pasan de largo y no sabes cómo ha sucedido. 

Y, de vez en cuando, das un paso oblicuo que se aleja de la línea espiral y es cuando todo cambia. El tiempo se dilata, comprendes que las opciones se multiplican y que no hay por qué repetir lo mismo de ayer. No tienes que comer a la misma hora, dormir cuando los demás lo hacen o follar los Sábados por la noche porque mañana es festivo. Y esto es lo que nos salva, nos da aire, espacio, nos desperezamos y reactivamos para, al poco, volver a la postura fetal necesaria para el "Sistema" dominante*.

Venga. Acurrúcate. Entra en la lavadora. Aclárate las ideas pero sin dejar que te las laven.


*Que es poderoso pero no invencible.


Jandro Güell.