Te conocí en una playa. No
sé si era Lunes, Martes, Jueves o Domingo. Un día de esos que pasó sin
importancia para los demás. Un día cualquiera.
Lucía el sol de las once
de la mañana; un sol de otoño que doraba el agua de la orilla en contraste con
el azul añil tras el rebalaje, el verdor de las cañas, la colina asomándose al
Norte con la única nube blanca de peineta. Todo en esa playa era sintonía.
Desde que conocí aquel lugar puedo decir que el paraíso tiene costa.
Yo tenía 23, a ti te
calculé 19. Nunca olvidaré aquella niña despeinada, hundiendo los pies en la
arena, con los ojos cerrados y la media sonrisa regalada al mundo. Parecías
casi recién levantada, quizá por el camisón que te vestía, movido por la
marinera brisa, ondeando como el visillo de una ventana entreabierta. La
criatura más bonita que había visto en mi vida.
Olvidé tu nombre, tu
sonido, tu olor. Solo recuerdo que te conocí en una playa, un día cualquiera.
Jandro Güell.
No hay comentarios:
Publicar un comentario