Vivir no es más que
mantenerse a flote en un mar. Enorme masa de agua que a ratos está en calma, a
veces enfurecida; que desde donde estás parece infinita porque todo es azul y
no se ve el horizonte. Nadar, no sumergirse, flotar solamente; pelear con brazos
y piernas, avanzando en cualquier dirección o dejándote llevar por la marea. Y
aunque casi nunca lo piensas eres plenamente consciente del eterno abismo que
te rodea. Chapotear, respirar, aletear, resistir, teniendo la certeza de que
tarde o temprano, cuando te agotes o te rindas, acabarás hundiéndote en lo más
oscuro y profundo. Notarás en el suave descenso que la materia cambia, que el
tiempo desaparece y todo es como más lento, que el cielo ya no es cielo, que
ahora es una lámina de cristal prensado de donde cuelgan ribetes de luz, como
finos visillos movidos por lo que ya no es viento.
Desapareces sin dejar evidencia de haber estado, de
haber sido. Ni el mas mínimo rastro. Un mar que es muerte y la vida todo lo que
haces para no entregarte.
Jandro Güell.
No hay comentarios:
Publicar un comentario