Soy una madeja,
enrevesada, difícil, compacta y aún así creada a partir de un hilo fino,
suave y simple, sacado de la materia más pura que habita en la Naturaleza.
Filamento que se deslizaba en su origen con movimiento sinuoso y alterno, como
buscando un camino y siendo a su vez ese camino que, sin pretenderlo, se fue
anudando en sí mismo.
Camino de meandros, codos
y recovecos; de direcciones que perdieron el sentido. Obligado por
circunstancias que actuaron como sendero invisible e intangible, que me movían
con fuerza gravitatoria, mayúscula, de esas que aceptas al no poder comprender
ni explicar; de las que terminan retorciéndote entre placeres y dolores, con
los vaivenes pendulares y elípticos de lo indomable, de lo no predecible, de
casi todo.
Todo el tiempo empleado
concluyó en este resultado. No me mires así, no tengo toda la culpa, aún así
acepto la crítica. Si te atreves a juzgar seré valiente para escucharte. Aunque
no es definitivo, pues una persona no es sólo las decisiones que ha tomado,
sino lo que le queda por hacer.
Jandro Güell.
Jandro Güell.
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