Cuando camino los días,
como casi siempre perdido, sólo me detengo en las miradas de algunos extraños
que se cruzan conmigo.
Los ojos clavados. Pausa
de tres segundos. Fundido a negro hacen las pupilas, se traba el paso, se
apagan los sonidos. Después, en un parpadeo se rompe el vacío. Seguimos
andando, no nos conocíamos y no nos hemos conocido. Pero esos tres segundos en
que nos miramos bastan para que me arrepienta de no haberte sonreído.
Jandro Güell.
No hay comentarios:
Publicar un comentario