Hay algo que me
desarma, me despieza. Hay algo en este mundo que consigue anular todo aquello
que suponía cualidades para batallas cotidianas en lugares anónimos. Esos ojos.
Esferas lumínicas de núcleo oscuro ante las cuales estoy indefenso. Esferas
bordadas con finos hilos azabache que terminan trenzando abanicos donde nacen los vientos; y sobre la corona superior se describen dos
aureolas que en su mecer consiguen que olvide todo cuanto he aprendido y conservo. Tus ojos;
veneno que creí purgar a tiempo, cuando decidí dejar de reflejarme en ellos, y
han surgido no sé de dónde sin que supieras si quiera que los estoy viendo.
Ojos que me proyectan el recuerdo de sentimientos que tenía por muertos y ahora
muerden entrañas, tejidos y hueso. Torno a ser niño, me siento y tiemblo.
Jandro Güell.
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