-¿Por qué hemos quedado en
la estación? No nos viene bien a ninguno de los dos.
-Siempre me parecieron
lugares especiales, con cierto encanto. Espacios cambiantes. Lugares de paso,
donde nada permanece. En ocasiones triste y en otras alegre. Encuentras
gente que espera gente, que se buscan en cada vagón. Una estación puede ser el
primer beso de un reencuentro o la última frontera de una despedida. Incluso me
parece una leve crueldad la lentitud con la que se desplaza el tren en su
partida, prolongando la agonía de ver cómo vas dejando algo de ti mismo atrás,
pausada, irremediablemente.
-Hay mucho indigente, ¿no?
Huele raro. Es extraño, da un poco de miedo ver casi vacío un sitio
concebido para albergar a cientos de personas. No sé si tiemblo por eso o por
frío, con tanto espacio abierto hay mucha corriente de aire.
-A lo mejor no ha sido una
gran idea. ¿Nos vamos?
Jandro Güell.
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